
Luciana Cueto
Me gusta la palabra libélula
por la ligereza
con la que se deshilacha
pronto se vuelve aire…
Me gusta la palabra libélula
por la ligereza
con la que se deshilacha
pronto se vuelve aire…
de dónde sale esta ave
que late en mi pecho
siento sus plumas
como agujas
y veo mi piel …
Es a mi fantasma a quien le hablo
Como si fuera un amor.
Pero a alguien le entrará ese esqueleto
que sale de la sombra de una flor.
Exhumar
esta lágrima que ya cuenta
con casi veinte años de sepulcro,
y una vez sin polvo despedirla
con un vaivén suave de muñeca
en el Río de la Plata. Ahí,
de lejos verla correr;
que se haga amiga de las otras.
Leer es como excavar.
Escribir es como rascar
el fondo del tiempo.
Nos encontramos a las siete de la tarde en la entrada de una heladería sobre Carlos Pellegrini. Yo tenía diecinueve años y me dijo que estaba hecha toda una muñeca.
En el auto, papá nos contó que iban a usar media tonelada de explosivos. Mamá le pidió que no hablara al mismo tiempo que manejaba porque se confundía de calle y doblaba donde no era. Fuimos en silencio el resto del viaje.
De alguna manera, cada día, entro a las redes a buscarla, como si solo fuera una cuestión de paciencia, como si tarde o temprano -de tanto ver fotos…
Dolores se acuerda del día que fuimos a la casa del brasilerito.
Y que jugamos durante horas al fútbol de botón con fichas del Flamengo y del Fluminense.
Un plato de arroz puede inspirar los más sutiles poemas que, por supuesto, jamás escribiré (pero si soñaré que los escribo).
Editorial Golosina © 2023 · Todos los derechos reservados. | Desarrollado por Tilo